Cooperativismo y Desarrollo, enero-abril 2025; 13(1), e899
Editorial
Las cooperativas como pilares de equidad y progreso en el Año Internacional de las Cooperativas
Cooperatives as pillars of equity and progress during the International Year of Cooperatives
As cooperativas como pilares da equidade e do progresso no Ano Internacional das Cooperativas
Odalys Labrador Machín1 0000-0002-9376-5728
odalys@upr.edu.cu
1 Doctora en Ciencias Económicas. Profesora Titular de la Universidad de Pinar del Río "Hermanos Saíz Montes de Oca". Facultad de Ciencias Económicas. Centro de Estudios de Dirección, Desarrollo Local, Turismo y Cooperativismo. Pinar del Río, Cuba.
La presente edición de la revista Cooperativismo y Desarrollo está dedicada a resaltar la importancia del impacto multidimensional del sector cooperativo mundial en los ámbitos económico, social y ambiental, reforzando al ser humano como su razón de ser. Esta edición cobra aun mayor importancia, pues el 2025 ha sido proclamado por la Organización de Naciones Unidas como el Año Internacional de las Cooperativas con el fin de destacar el papel de estas empresas para acelerar el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) como entidades comprometidas con la sostenibilidad, lo cual refuerza y potencia el tema central que promueve: «Las cooperativas construyen un mundo mejor», reflejo de su impacto en la sociedad contemporánea.
En un escenario global marcado por desigualdades económicas, crisis ambientales y exclusión social, el modelo cooperativo florece como destello de confianza y acción colectiva. Cuando en el año 2012 las Naciones Unidas lo proclamó año Internacional de las Cooperativas, no solo reconoció su contribución histórica, sino también nos exhortó a reflexionar sobre su potencial para construir economías más justas y sostenibles. El presente año, más que una conmemoración, es un llamado a replantear cómo se debe desarrollar el movimiento cooperativo en pos de su imbricación con los ODS y el aprovechamiento de sus potencialidades.
Se reconoce como punto de inflexión del cooperativismo, la Sociedad de los Pioneros de Rochdale fundada en 1844 en Manchester, Inglaterra. Constituida como una cooperativa de consumo, se estableció como la primera experiencia que distribuyó entre sus socios los excedentes generados en el colectivo, sentando las bases del movimiento cooperativo moderno, es reconocida por su capacidad organizativa, la concepción y sistematización de un conjunto de principios de cooperación asumidos por las modernas entidades asociativas y posteriormente desarrollados al fragor del auge del movimiento y de sus organismos internacionales.
Para consolidar esta apuesta colectiva, los Pioneros de Rochdale tomaron como base el ideario de los precursores del cooperativismo, quienes, a pesar de sus limitaciones, plantaron la simiente para el ulterior desarrollo de las organizaciones y la plataforma de lo que constituye la teoría contemporánea del cooperativismo. Este movimiento surgido en el contexto desafiador de entonces demostró ser una respuesta innovadora ante las precarias condiciones que enfrentaba la clase trabajadora (Labrador Machín, 2024).
Las cooperativas no son simples entidades económicas; son personificaciones de principios universales: ayuda mutua, democracia participativa y distribución equitativa de beneficios. Desde Rochdale en el siglo XIX hasta las modernas cooperativas digitales, este modelo ha demostrado que es posible conciliar eficiencia y eficacia con responsabilidad social.
Las cooperativas se caracterizan por realizar esfuerzos comunes desde casi dos siglos de existencia y constituyen el mayor movimiento socioeconómico del mundo. En los cooperativistas existe la peculiaridad de una conciencia colectiva alimentada por utopías, apoyada en una intuición especial y en valores y principios que orienta sus acciones. Según Bastidas Delgado (2021), esa conciencia ha permitido al movimiento por ellas generados desarrollar experiencias genuinas y una serie de rasgos comunes cuya sinergia permite construir lo que pudiese denominarse la identidad cooperativa, gracias a la cual, como su denominador común, las cooperativas se distinguen claramente de otras organizaciones y sus actores, los cooperativistas pueden comunicarse, compartir inquietudes y realizar actividades específicas en cualquier rincón del planeta, al mismo tiempo que construyen un movimiento con dimensiones locales, regionales, nacionales y hasta mundiales.
Sin conocerlas, afirma el propio autor, es imposible dictaminar la realidad de numerosas sociedades, incluyendo aquellas con obvio dominio de relaciones capitalistas. Lamentablemente, ellas son poco visibles ante los ojos del común por desconsideraciones de los gobiernos y de sus propios asociados que deben hacer esfuerzos para que sus cifras y aportes figuren en los sistemas de cuentas nacionales.
Se erige el cooperativismo como un movimiento que no se conforma solamente con gestionar bien una empresa cooperativa, sino que siente que tiene un compromiso con la sociedad de la que forma parte. No le es indiferente lo que pasa en esa sociedad de la que forma parte. Este cooperativismo transformador piensa en ese mundo más justo, más solidario, más ecuánime con regulaciones y leyes que permitan el desarrollo de los más débiles, que tiendan a igualar en una sociedad mundial que va en la dirección contraria, subraya Heller (2023); lo anterior confirma la idea de que una buena gestión es condición necesaria para que una empresa cooperativa prospere, más no suficiente para cumplir su cometido social y por tanto la coherencia con su esencia socioeconómica y su identidad propia continúa siendo un desafío.
Es evidente la resiliencia e impacto que han mostrado las cooperativas en tiempos de crisis como baluartes de estabilidad. Durante el período de la Covid muchas mantuvieron empleos y salarios, desplegaron múltiples iniciativas socialmente responsables y humanas, contrastando con la situación financiera desregulada y sus consecuencias para los miembros de otras organizaciones. Su alineación con los ODS le es inherente: combaten la pobreza (ODS 1), promueven la igualdad de género (ODS 5) y fomentan el consumo responsable (ODS 12).
La Alianza Cooperativa Internacional (ACI) describe que más del 12 % de la población mundial es cooperativista de los 3 millones de cooperativas que existen en el mundo, las 300 empresas cooperativas y mutuales más importantes suman un volumen de negocio de 2,4 billones de dólares y proporcionan empleo al 10 % de la población empleada (ACI, 2024).
Bastidas Delgado (2024) se refiere a múltiples experiencias del cooperativismo a nivel internacional y su impacto en la salud, alimentación, educación, ocupación y condiciones de trabajo, condiciones de vivienda, seguridad social, y derechos humanos. Son ejemplo de cómo enfrentar las múltiples necesidades de las comunidades, mediante acciones para desarrollarlas y mantenerlas con condiciones ambientales aceptables, fortaleciendo el ecosistema cooperativo.
Asimismo, resalta experiencias exitosas como es el caso de la Cooperativa de Mondragón en el País Vasco (una de las mayores cooperativas del mundo), ejemplifica cómo la toma de decisiones colectiva fortalece la resiliencia empresarial, con sobresalientes efectos en la distribución de utilidades, elevados niveles de eficiencia y eficacia que conjuga con su gestión social.
Otros ejemplos que se patentizan son los servicios del emblemático Banco Raiffensen en Alemania; la producción de lácteos en Francia y su sistema financiero que aporta el 25 % de los créditos agrícolas. En Japón, un 91 % de los productores agropecuarios son socios de cooperativas que, en conjunto, facturan anualmente una cifra superior a los 90 000 millones de dólares; en Kenya, tienen una participación del 45 % en el producto interno bruto del país y gestionan el 31 % de los depósitos y ahorros nacionales. Además, producen un 70 % del café, un 76 % de los productos lácteos y un 95 % del algodón.
En América Latina se destaca Costa Rica por sus cooperativas de salud, agrícolas, ahorro y el crédito, generación de energía; en Argentina las cooperativas están presentes en actividades como la generación de electricidad, servicios de agua, en el sector agropecuario; en el caso colombiano destacan las de créditos con la presencia del Banco Cooperativo que responde a los intereses de los asociados y demás miembros del sector solidario de la economía. Igualmente, en República Dominicana han emergido en las últimas décadas cooperativas agropecuarias como paliativo a la situación de las zonas rurales del país, las finanzas éticas o la energía renovable, las cooperativas empoderan a comunidades, protegen el medio ambiente y generan empleo digno; mención aparte merece el cooperativismo en Puerto Rico que abarca todas las esfera de la economía y la sociedad, ahorro y crédito, seguros, servicios de salud y vivienda, con una destacada labor en el cooperativismo juvenil.
Alrededor del 80 % de la producción agropecuaria en Cuba se realiza en las cooperativas y en las entidades de otros sectores de la economía, se encargan, en medida considerable, de renglones tan importantes como la construcción, servicios gastronómicos, la minindustria, entre otros. El cooperativismo cubano tiene ante sí nuevas perspectivas en aras de su integración con el resto de los actores de la sociedad, fortaleciendo su papel en los municipios, a partir del proceso de descentralización territorial. Innumerables pudieran ser los ejemplos de organizaciones del sector cooperativo a nivel mundial, de ahí, el reconocimiento a sus ingentes esfuerzos a lo largo de su historia.
Pese a sus virtudes, las cooperativas enfrentan obstáculos tales como, la competencia con empresas tradicionales, el acceso limitado a financiamiento, necesidades de modernización, marcos legales condicionales y una visión pública que aún subestima su valor. Es urgente que los gobiernos faciliten políticas públicas que impulsen su crecimiento y que la comunicación visibilice sus éxitos.
Sin embargo, las perspectivas de las cooperativas invitan a reflexionar sobre su futuro: es preciso desplegar la capacidad para la innovación tecnológica, nuevas formas de colaboración, revisar el papel de los gobiernos en la promoción y apoyo a las cooperativas, incluyendo legislaciones favorables estructuradas de forma coherente con las peculiaridades del sector, valorar formas y programas de financiamiento para la inversión y desarrollo, transformar el proceso de educación y capacitación para formar líderes y el imprescindible relevo generacional, establecer estrategias que transverzalicen la equidad e igualdad de género, crear redes y alianzas entre cooperativas para fortalecer el movimiento a nivel local e internacional, llevar a cabo acciones que promuevan prácticas sostenibles y protección del medio ambiente.
En este mismo sentido, las cooperativas deben adaptarse a las nuevas herramientas digitales y plataformas para mejorar su eficiencia, para lo cual deben asumir el cambio tecnológico mediante la formación de competencias organizacionales. Sin una adecuada formación los miembros no asimilan sus derechos y responsabilidades, y ello conlleva a la ineficiencia. Para abordar estos retos, las cooperativas necesitan adoptar estrategias innovadoras, fomentar la educación continua entre sus miembros y buscar alianzas que les redunden en el incremento de su visibilidad y competitividad. La innovación, por su parte, requiere que las organizaciones utilicen las tecnologías de la información no solo para gestionar, sino también para crear, almacenar, transformar, aplicar y aprovechar el conocimiento organizativo (Chatterjee et al., 2020).
Los impactos del cooperativismo reflejan el accionar de sus miembros a los largo de su historia que, en concordancia con Bastidas Delgado (2024), se resumen en su ética, como sinergia de valores y principios orientadora de sus acciones cotidianas alineadas con el concepto de sostenibilidad en sus tres ámbitos de acción: económico, social y medioambiental, su vinculación a lo local gracias al doble anclaje socio económico por su doble dimensión asociación-empresa, su capacidad de aumento progresivo de impactos y extensión territorial gracias a la intercooperación e integración mediante centrales, uniones, federaciones, confederaciones y otras fórmulas que les permita abarcar mayores territorios, sumar asociados y comunidades, entre otros aspectos.
El Año Internacional no debe quedar en memoria y celebración, urge insistir en los desafíos urgentes como lograr la consolidación de un movimiento socioeconómico con identidad e institucionalización propias que propenda al incremento de la intercooperación entre cooperativas, de estas con las comunidades, con los gobiernos locales y con la sociedad en su conjunto (Labrador Machín, 2024). Es preciso apoyar a las cooperativas locales, educar sobre el modelo cooperativo en escuelas, universidades, integrando su estudio en programas académicos propios y adecuados a las particularidades del sector, lograr legislaciones que reconozcan su singularidad y les otorguen herramientas para escalar.
Las cooperativas no son una alternativa, sino una brújula para el futuro. En un mundo que clama por soluciones incluyentes, su filosofía de cooperación y solidaridad es más relevante que nunca. Qué sea el Año Internacional de las Cooperativas el punto de partida para un movimiento global que ponga a las personas y al planeta en el centro de la economía. Consecuentemente con lo que expresara el Papa Francisco, abordando el tema: "La economía cooperativa debe promover una economía sanadora en el insidioso mar de la economía global, una economía auténtica, promovida por personas que en el corazón y en la mente solo tienen el bien común, llevándolas a las nuevas fronteras del cambio"; es este el derrotero que tenemos que seguir, hagamos del 2025 un año de cambios, de resultados y de sueños cumplidos, convirtiendo al cooperativismo en una forma de vida.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
ACI. (2024). Alianza Cooperativa Internacional. https://ica.coop/es
Bastidas Delgado, O. (2021). La identidad cooperativa como guía de acción de las cooperativas. Universidad Central de Venezuela.
Bastidas Delgado, O. (2024). Cooperativismo y Desarrollo Humano Sostenible. Cambio Climático y Transición Energética. Algunas Experiencias. Universidad Central de Venezuela.
Chatterjee, S., Moody, G., Lowry, P. B., Chakraborty, S., & Hardin, A. (2020). Information Technology and organizational innovation: Harmonious information technology affordance and courage-based actualization. The Journal of Strategic Information Systems, 29(1), 101596. https://doi.org/10.1016/j.jsis.2020.101596
Heller, C. (2023). El cooperativismo transformador y los dos modelos de país. Idelcoop, (241). https://www.idelcoop.org.ar/revista/241/cooperativismo-transformador-y-dos-modelos-pais -charla-carlos-heller-cooperativistas
Labrador Machín, O. (2024). Desafíos y oportunidades del cooperativismo a 180 años de su surgimiento. Cooperativismo y Desarrollo, 12(3), e808. https://coodes.upr.edu.cu/index.php/coodes/article/view/808