Cooperativismo y Desarrollo, mayo-agosto 2023; 11(2), e642
Editorial
El Trabajo Comunitario Integrado y su incidencia en el desarrollo local
Integrated Community Work and its impact on local development
Trabalho Comunitário Integrado e seu impacto no desenvolvimento local
Ania Bustio Ramos1 0000-0002-1605-6717 ania.bustio@upr.edu.cu
1 Doctora en Ciencias Geográficas. Profesora Titular de la Universidad de Pinar del Río "Hermanos Saíz Montes de Oca". Facultad de Ciencias Económicas. Centro de Estudios de Dirección, Desarrollo Local, Turismo y Cooperativismo. Pinar del Río, Cuba.
La realidad del panorama mundial actual y su incidencia en el contexto cubano sitúan al Trabajo Comunitario Integrado como herramienta metodológica de significativa importancia para lograr procesos de cambio que permitan el tránsito hacia niveles de desarrollo que tributen al mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades, lo que se traduce en el fortalecimiento de las bases que sustentan el proyecto de derecho y justicia social que se construye en la Cuba de hoy.
La comunidad como sujeto de acción
Para entender la incidencia del Trabajo Comunitario Integrado en el desarrollo local, es necesario partir del término comunidad, ampliamente difundido en los gremios académicos, por la importancia que reviste el mismo, teniendo en cuenta la máxima enarbolada durante la Cumbre de la Tierra, que se celebró en Brasil, Río de Janeiro 1992 «pensar globalmente y actuar localmente». Muchos han sido los sociólogos desde Auguste Comte, en los inicios del siglo XIX, que han abordado este concepto partiendo de concepciones filosóficas, como las planteadas por Platón, quien caracterizaba la comunidad por un lazo implícito que relaciona a una persona con otra, tal como si fuera una gran familia unida por valores comunes, afecto, respeto mutuo, dependencia.
Para Marchioni (2002), el término "comunidad" hace mención al conjunto de población ligada a un determinado territorio; Bustio Ramos (2004) asume el término como "conciencia de reconocerse históricamente en su propio entorno y existe en el grado que permite la identificación consciente con aquellos valores y objetos que los distinguen de otros territorios y naciones ( ) es expresión de lo único y lo diverso"; Avella Bernal (2004) lo distingue como el conjunto de representaciones en lo estructural, simbólico, comunicacional y físico; para Romero Sarduy y Muñoz Campos (2014), es una forma de relación social que implica simetría, equidad, inclusión, participación, cooperación y proyecto colectivo; Casado Tribaldos (2018) considera la comunidad como la estructura social de un grupo, a partir del estudio de sus instituciones, los problemas de los roles, status y clases sociales que se dan en su interior; por otra parte, la Metodología para el desarrollo del Trabajo Comunitario Integrado desde las circunscripciones aprobada por el Consejo de Estado de la República de Cuba (2023) la define como grupo humano que habita en un territorio determinado, con objetivos e intereses comunes, donde las personas interactúan entre sí, con sentido de pertenencia, historia, formas de expresiones y tradiciones que fundamentan una identidad.
A decir de la autora, el término comunidad se identifica no solo como el espacio físico bien delimitado donde conviven varias personas, sino como las relaciones que se establecen entre las personas a partir de la interacción entre ellos como sujeto de acción y de cuya interacción nace cierta identidad comunitaria definiendo los rasgos comunes que distinguen una comunidad de otra, destacando el carácter protagónico del saber y del conocimiento comunitario que emerge de las prácticas comunitarias, como escenario para la gestión del desarrollo.
Es justamente en la relación (saber-práctica comunitaria), donde los términos comunidad y gestión comunitaria encuentran su máxima conexión, donde la comunidad puede entenderse como plantean Romero Sarduy y Hernández Chávez (2021), sujeto de sus propias acciones de cambio y la gestión comunitaria como la participación de las comunidades locales en todo el proceso de desarrollo de la comunidad, como proceso de construcción continua de su autonomía y su autodesarrollo, como el modo en que la comunidad se organiza, define necesidades, formula planes y ejecuta actividades que la conduzcan a elevar su nivel de vida con enfoque de sostenibilidad.
Padilla Ospina y Ospina Holguín (2020) consideran que la gestión comunitaria se encuentra altamente relacionada con los enfoques de desarrollo comunitario y las organizaciones comunitarias, atendiendo al rol de la participación de los miembros de la comunidad en la solución de problemas o búsqueda de estrategias para el mejoramiento del bienestar social de la comunidad. Desde este punto de vista, la comunidad constituye el espacio fundamental para la consolidación de procesos de gestión comunitaria con enfoque de autogestión, orientados al desarrollo local, donde la participación se convierte en variable esencial y eje transversal del mismo.
Lograr la participación consciente de la comunidad en los procesos de autogestión comunitaria en función del desarrollo local implica ser sujetos protagónicos de las transformaciones que se producen, tanto a nivel individual como colectivo, implica participar activamente como sujeto de cambio en la identificación de necesidades y en la propuesta de alternativas para su satisfacción, en la toma de decisiones y el control de estas, lo que permitirá desarrollar sentido de pertenencia y compromiso con los necesarios procesos de transformación que requiere la sociedad cubana actual desde el horizonte del Socialismo.
Desde este punto de vista, la participación es considerada como vía fundamental para promover el Trabajo Comunitario Integrado, al ser un proceso activo destinado a transformar la realidad, brindándole un mayor protagonismo a los sujetos que la desarrollan, al involucrarse en la toma de decisiones (Consejo de Estado, 2023). Significa sensibilizarse, tomar parte, implicarse, decidir, planificar, ejecutar, controlar y evaluar las acciones previstas, así como la actualización sistemática del actuar comunitario de forma comprometida.
El desarrollo local desde la perspectiva del Trabajo Comunitario Integrado
Concebir el desarrollo local desde la dimensión social comunitaria centrada en los sujetos de cambio constituye un reto de las investigaciones con enfoque de innovación social, en la medida en que se desarrollan herramientas desde, con y para la comunidad, que le facilitan la creación, desarrollo y aplicación de soluciones, desde una perspectiva novedosa a la solución de los problemas que enfrenta.
En este sentido, el Trabajo Comunitario Integrado como método de trabajo para la gestión de gobierno a todos sus niveles constituye una herramienta metodológica de significativa importancia para lograr procesos de cambio que permitan el tránsito hacia niveles de desarrollo sostenible que tributen al mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades con un carácter multidimensional y un enfoque multinivel.
A tono con lo anterior, el Consejo de Estado de la República de Cuba (2023) establece que el Trabajo Comunitario Integrado se orienta, entre otros aspectos, a organizar y movilizar a la comunidad, propiciar su participación en la identificación de los problemas, toma de decisiones, elaboración y ejecución de soluciones a problemas y respuestas a dichos problemas y necesidades de la propia comunidad, el mejoramiento de la calidad de vida, el progreso propio y de la sociedad en general, a partir de sus propios recursos materiales, humanos y espirituales.
Aun cuando el Trabajo Comunitario Integrado constituye una prioridad en las plataformas programáticas y políticas nacionales, este aún no se logra incorporar con efectividad en los sistemas de gestión de gobierno como método de trabajo, en función del desarrollo local. Entre las principales brechas que inciden, se citan:
Según el Manual de funcionamiento interno de las Asambleas Locales del Poder Popular (2017), el trabajo comunitario se tiene que reflejar en que haya más calidad de vida, en que haya más cultura y preparación integral, en que haya más comida, en que nuestra gente sea más decente, en indicadores de salud, de educación, en que la gente pueda desarrollar plenamente sus capacidades intelectuales, emocionales y físicas y ese es el aporte fundamental que podemos hacer . para que esa comunidad sea socialista, sea sustentable y sea próspera.
Todo lo anterior indica que, si se logra incorporar el Trabajo Comunitario Integrado como herramienta metodológica, en los sistemas de gestión de gobierno en función del desarrollo local, centrados en la participación popular permanente, será entonces posible desarrollar acciones de transformación a través de proyectos de desarrollo local, orientados a la prosperidad y sostenibilidad de las comunidades.
Esto implica diseñar proyectos de desarrollo local a partir de procesos de gestión comunitaria cada vez más participativos, proactivos e innovadores, entendidos como el conjunto de procedimientos para el uso, manejo y administración de los recursos comunitarios, centrados en la búsqueda de estrategias para el bienestar social que surjan de las necesidades sentidas de la comunidad y que den respuestas a estas, utilizando para ello las herramientas que aporta el Trabajo Comunitario Integrado. En este sentido, Arroyo Wong (2017) enfatiza en el impacto de los proyectos de desarrollo que nacen desde el seno de las comunidades y cómo este enfoque permite convertirlos en una herramienta que puede ayudar a inyectar dinamismo a la economía local, incentivando la participación ciudadana en las acciones de transformación.
De este modo, la gestión comunitaria se convierte en un instrumento para la autogestión de la producción y reproducción de bienes comunitarios, que permite, además, la transformación social. En esencia, el desarrollo local visto desde la perspectiva del Trabajo Comunitario Integrado constituye una estrategia efectiva para el empoderamiento de las comunidades en aras de alcanzar el desarrollo sostenible a mediano y largo plazo.
Concebir el desarrollo local desde la visión social comunitaria implica fortalecer el protagonismo de los actores locales en la búsqueda de soluciones a sus propios problemas, en aras de mejorar su calidad de vida sobre la base de la valorización de los recursos endógenos y las potencialidades de cada comunidad, desarrollar capacidades y liderazgo entre los miembros de la comunidad, fortalecer la responsabilidad social comunitaria, promover estrategias de desarrollo multidimensionales a nivel comunitario sostenibles, equitativas, inclusivas, con carácter innovador y proactivas, preservar el patrimonio sociocultural y ambiental de las comunidades, todo en función de un desarrollo autogestionario que tribute al mejoramiento de la calidad de vida y el bienestar de la población sobre la base de la autonomía y autodesarrollo comunitario.
El análisis anterior se corresponde con la definición de desarrollo local que plantean Torres Paez et al. (2018), quienes señalan que es un "proceso de construcción social y cambio estructural que, desde un entorno innovador territorial, desarrolla capacidades locales para gestionar políticas públicas, estrategias, programas y proyectos orientados a aprovechar recursos endógenos y exógenos y a articular armónicamente intereses nacionales, sectoriales y territoriales, fomentando transformaciones económicas, sociales, naturales y político-institucionales en las localidades sobre bases sostenibles y con una activa y protagónica participación ciudadana, en función de elevar la calidad de vida de la población".
Las estrategias de desarrollo y su articulación con el trabajo comunitario
La gestión del desarrollo local debe tener en cuenta la interrelación de los enfoques centralizados con el uso y manejo de las capacidades internas de los territorios para generar procesos de desarrollo. Desde el punto de vista micro social, el trabajo comunitario constituye el escenario donde debe lograrse el protagonismo de los actores locales en la búsqueda de soluciones a sus propios problemas, sobre la base de la valorización de los recursos endógenos con que cuenta cada comunidad. A nivel macro, constituye un elemento esencial de la política de la nación porque el desarrollo social de la comunidad tiene que ser planificado, respaldado materialmente y en correspondencia con las estrategias de desarrollo socioeconómico de la nación.
En este sentido, lograr la interrelación armónica entre los intereses locales, nacionales y sectoriales constituye uno de los elementos esenciales de todo proceso de gestión del desarrollo local, donde las estrategias, como herramienta para la gestión de gobierno a todos los niveles, se convierten en instrumento facilitador para la búsqueda de soluciones de los problemas que se enfrentan y establecen la principales vías para, a partir de la participación activa de las comunidades en articulación con los gobiernos locales, gestionar el desarrollo con un enfoque autogestionario que permita lograr la autonomía de los territorios.
Sin embargo, las estrategias de desarrollo, como herramienta para la gestión de gobierno a todos los niveles tanto a escala provincial como municipal han adolecido de una visión estratégica desde la perspectiva del trabajo comunitario. Estas no siempre han contemplado de manera sistémica la participación comunitaria con enfoque de horizontalidad, considerando la comunidad como sujeto de cambio. Aun cuando en la concepción de las mismas, han estado presentes los diferentes actores económicos, no participan los actores claves de la comunidad, que deben ser al final los decisores del proceso y que, por tanto, deben ser parte de todo el proceso, con visión estratégica. Justamente esta debilidad, que presentan hoy las estrategias de desarrollo a todos los niveles con una mirada centrada en la participación local, constituye la necesidad macro que fundamenta la incorporación de la visión social comunitaria en las estrategias de desarrollo local, lo que permitirá impulsar y aportar el cómo al desarrollo y la consolidación de la autonomía municipal, como reto del proyecto social cubano.
A manera de conclusión, se apuesta por un proceso de gestión comunitaria en función del desarrollo local que logre articular a todos los factores y actores interesados en el cambio, a partir de un modelo orientado desde la horizontalidad, que posibilite la optimización de esfuerzos y recursos necesarios para alcanzar los niveles de sostenibilidad del desarrollo que requieren hoy los espacios comunitarios en función de elevar su bienestar.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Arroyo Wong, M. G. (2017). La gestión comunitaria como herramienta esencial en la protección y conservación del patrimonio arqueológico. Revista Herencia, 30(2), 109-120. https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/herencia/article/view/31708
Asamblea Nacional del Poder Popular. (2017). Manual de funcionamiento interno de las Asambleas Locales del Poder Popular. Asamblea Nacional del Poder Popular de la República de Cuba. https://www.yateras.gob.cu/images/16-MANUAL_FUNCIONAMIENTO_AP_y_AM.pdf
Avella Bernal, L. (2004). Manual de gestión comunitaria. Centro de Arbitraje y Conciliación de la Cámara de Comercio de Bogotá. https://repository.iom.int/handle/20.500.11788/918
Bustio Ramos, A. (2004). Gestión comunitaria y planificación integrada de zonas costeras. La Coloma y Cortés, dos estudios de casos cubanos [Doctorado en Desarrollo Sostenible Conservativo de Bosques Tropicales. Manejo Forestal y Turístico, Universidad de Alicante]. http://rua.ua.es/dspace/handle/10045/3324
Casado Tribaldos, R. (2018). Intervención comunitaria y análisis de la realidad social mediante investigación participativa. Universidad de Jaén. http://crea.ujaen.es/jspui/handle/10953.1/13235
Consejo de Estado. (2023). Metodología para el desarrollo del Trabajo Comunitario Integrado desde las circunscripciones (Acuerdo 518). Consejo de Estado de la República de Cuba.
Marchioni, M. (2002). Organización y desarrollo de la comunidad: La intervención comunitaria en las nuevas condiciones sociales. En Programas de animación sociocultural (pp. 455-482). Universidad Nacional de Educación a Distancia, Servicio de Publicaciones. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=766011
Padilla Ospina, A. M., & Ospina Holguín, J. H. (2020). Gestión comunitaria durante la pandemia COVID-19 bajo la mirada de la innovación social: Estudio de seis casos. Perfiles Económicos, (9), 7-41. https://doi.org/10.22370/pe.2020.9.2620
Romero Sarduy, M. I., & Hernández Chávez, C. N. (2021). Trabajo comunitario y participación popular en la gestión del desarrollo local. Revista de Gestión del Conocimiento y el Desarrollo Local, 8(1), 43-58. https://rcta.unah.edu.cu/index.php/RGCDL/article/view/1425
Romero Sarduy, M. I., & Muñoz Campos, M. R. (2014). Comunidad y desarrollo comunitario: Aspectos teóricos y metodológicos. Estudios del Desarrollo Social: Cuba y América Latina, 2(2), 77-89. https://revistas.uh.cu/revflacso/article/view/6349
Torres Paez, C. C., Gómez Ceballos, G., González Pérez, M., Ares Fuego, E., Cardoso Carreño, R., & Flores Lóriga, J. (2018). Modelo para la gestión de políticas territoriales de desarrollo local a escala municipal en Cuba. Anales de la Academia de Ciencias de Cuba, 8(1). http://www.revistaccuba.cu/index.php/revacc/article/view/405