Revista Cooperativismo y Desarrollo, julio-diciembre 2018; 6(2): 125-140

 

Sistemas de relaciones de producción de participación social y comunitaria como base del desarrollo sustentable

 

Systems of production relations of social and community participation as a basis of sustainable development

 

Vicente González Burneo1,Grizel Donéstevez Sánchez2

1Docente Titular en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo. Universidad de Guayaquil. Correo electrónico: vicente.gonzalezb@ug.edu.ec
2Docente de la Facultad de Ciencias Económicas. Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas. Correo electrónico: grizel@uclv.edu.cu

Recibido: 3 de abril de 2018.
Aprobado: 6 de julio de 2018.


RESUMEN

Se presenta una revisión de las propuestas teóricas y de planes para el desarrollo vigentes desde la segunda mitad del siglo XX, que tuvieron como constante el mantenimiento de las relaciones de propiedad privada sobre los medios de producción, lo que convierte en un imposible alcanzar el desarrollo real para toda la población, en particular de los países subdesarrollados. Se identifican los tipos de relaciones de producción que coexisten junto a las capitalistas, destacando el sistema económico-productivo, caracterizado por las relaciones de producción de participación social y comunitaria que se construye en diversos lugares del mundo y que marca diferencias en las formas de participación en la propiedad sobre los medios de producción y en la apropiación de los beneficios productivos respecto al capitalismo. Con visión materialista-dialéctica se abordó el fenómeno de numerosas experiencias de economía solidaria que existen en toda Latinoamérica y gran parte del mundo, que abre perspectivas de crecimiento y desarrollo sostenible para los trabajadores asociados a tales formas de organizaciones productivas, generando procesos de acumulación no capitalistas en localidades antes marginadas y crecimiento inclusivo en una amplia mayoría, que dejan la desocupación y disminuyen la oferta excedente de mano de obra. El trabajo tiene como base una investigación desarrollada en la parroquia Salinas de Tomabela, provincia de Bolívar en Ecuador, sobre la base del cual se construyó un modelo conceptual y operativo para el desarrollo local, basado en relaciones de producción, de participación comunitaria y cooperativa como agentes de transformación socioeconómica.

Palabras clave: desarrollo local; economía solidaria; organización comunitaria; relaciones de producción.


ABSTRACT

It presents a review of the theoretical proposals and plans for development that were made since the middle of the twentieth century and that had as a constant feature the maintenance of private property relations over the means of production, which makes it impossible to achieve real development for the entire population, particularly for the underdeveloped countries. The types of production relations that exist at the same time as the capitalist ones are identified, highlighting the productive economic system characterized by the production relations of social and community participation that are built in different parts of the world that mark differences in the forms of participation in the ownership of the means of production and in the appropriation of the productive benefits. The work is based on research carried out in the parish of Salinas de Tomabela, in the province of Bolivar in Ecuador, with the aim of constructing a conceptual and operational model for local development based on productive relations of community and cooperative participation as agents of socio-economic transformation. With a dialectical materialistic vision, the phenomenon of numerous experiences of solidarity economy that exist throughout Latin America and much of the world was approached, and which opens up perspectives of growth and sustainable development for workers associated with such forms of productive organizations, generating processes of non-capitalist accumulation in previously marginalized localities and inclusive growth to a large majority that leave unemployment and reduce the surplus supply of labor.

Keywords: Local development; solidarity economy; community organization; production relations.


 

INTRODUCCIÓN

Los objetivos que dieron lugar a las primeras formulaciones de «planes de ayuda al desarrollo», una vez terminada la II Guerra Mundial, buscaban abrir mercados con capacidad de compra para la producción industrial de los Estados Unidos Sánchez, (2011), siendo conceptuado el desarrollo, por la academia y gobierno de EEUU, como el camino para alcanzar la organización de una economía similar a la lograda por los países ricos y, como resultado, niveles de vida semejantes Urquidí, (2005). El desarrollo debía darse por vía de la industrialización, pero sin modificar la estructura socioeconómica dominante de propiedad privada sobre los medios de producción.

Con la aparición de la CEPAL, se consideran en los análisis las singularidades de América Latina y se realizan planteamientos de cómo alcanzar el desarrollo a través de la industrialización, mediante la sustitución de importaciones y la localización de inversiones en lugares que, con un aprovechamiento más eficiente de los recursos propios, darían lugar al crecimiento de la producción y reducción del desempleo; pero por lo general se identificaba crecimiento con desarrollo. Ocampo, (2012)

Los paradigmas del desarrollo se fueron modificando en el tiempo, principalmente por cuanto los resultados reales no lograban elevar el nivel de vida de la población. Se empezaron a considerar, entonces, aspectos tales como: la acción de los gobiernos, la existencia de líderes capacitados, las potencialidades de los territorios y las comunidades, los recursos naturales, la promoción de exportaciones, la industrialización con transferencia de tecnología De Mattos, (2017). Sin embargo, se continuó considerando a la población como «el recurso mano de obra», a incorporar en proyectos que controlan los propietarios de las inversiones.

En el ámbito del enfoque de las propuestas para el desarrollo bajo la influencia de los desequilibrios territoriales en el crecimiento de Europa y la ineficacia de los programas en América Latina, durante las últimas décadas del Siglo XX, se comenzó a pensar en procesos que implicaran responsablemente a los territorios de menor escala Gauna, (2010) y a focalizar estos desde zonas o regiones delimitadas espacialmente, o sectores de grandes ciudades. Estos mecanismos posibilitan un mayor control de las variables que se manejan en los proyectos de desarrollo.

Aunque en las concepciones del desarrollo más recientes se han incluido variables que expresan temáticas importantes en el nivel de vida de la población Rendón, (2008), estos aún se quedan en las transformaciones de aspectos que no son socialmente determinantes y no abordan, por lo común, los necesarios cambios que tienen que darse en las relaciones de producción para alcanzar el desarrollo. Las transformaciones estructurales que marcan los cambios cualitativos en el modo de producción, no son en principio objeto de tratamiento en los planes de desarrollo en los países capitalistas. Esto trae como consecuencia que la población del territorio objeto del plan no participe plenamente de la mejora de ingresos posibles y no se alcancen niveles de productividad significativos, ya que la propiedad generalmente pertenece a las grandes empresas capitalistas y resultan reducidas las posibilidades de formación de capital fijo de propiedad social en las localidades.

La situación configurada significa que las eficacias de los planes de desarrollo local han resultado limitadas en cuanto a la elevación del nivel de vida de la población de menor ingreso, produciendo beneficios a quienes ya tienen una mejor posición económica en la sociedad actual. Estos planes, y la teorización que los respalda, soslayan el aspecto que es determinante en la apropiación de los beneficios de la producción: las relaciones sociales de producción capitalista, que se constituyen en obstáculo para alcanzar un real desarrollo para toda la población.

No obstante, tanto en Europa como en la región latinocaribeña, existen experiencias exitosas de construcción de economías solidarias con base en el desarrollo local participativo y sostenible. La existencia de formas de organización económica, comunitaria y colectiva de la población, posibilita la elevación de los niveles de vida mayoritarios y marcan la transformación del uso del territorio, a la vez que constituyen importante demostración de posibles caminos alternativos a la lógica del capital, para lograr un real desarrollo sostenible. Bertucci, (2010)

Las experiencias de economía solidaria desarrolladas en Ecuador han sido analizadas con ópticas parciales, desde la eficiencia de las empresas y organizaciones Bueno, (2013). Sin embargo, no se ha analizado su impacto en la transformación social y la consolidación de un sistema económico social distinto al vigente, sistema que posibilite un real desarrollo inclusivo de toda la población. La investigación que sustenta este trabajo tuvo como objetivo caracterizar la organización productiva comunitaria como un modelo de organización para el desarrollo socioeconómico territorial, vinculado a las determinaciones de la organización económico-productiva y de propiedad colectiva sobre los niveles de vida de la población.

 

MATERIALES Y MÉTODOS

El enfoque metodológico general utilizado es el materialismo dialéctico, como proceder filosófico, contentivo, de una serie de métodos específicos como son: hipotético-deductivo, análisis-síntesis, además del análisis documental imprescindible. Igualmente, en la concepción y desarrollo del proceso de investigación fueron considerados principios y métodos propios del pensamiento socioeconómico, como el historicismo, la contextualización, la precedencia, las influencias, la vigencia y la proyección. Otros métodos y técnicas fueron necesarios en el análisis de documentos y estadísticas, que proporcionaron la información necesaria para el análisis, la evaluación de datos y el establecimiento de conclusiones válidas.

En resumen, el proceso investigativo se desarrolló de la siguiente forma:

 

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

La coexistencia de relaciones sociales de producción distintas a las dominantes es un fenómeno histórico-social que no ha sido nuevo, ya que apareció en modos de producción anteriores al capitalismo. En este fenómeno, los excluidos en las relaciones de producción dominantes, por necesidad de sobrevivencia, desarrollan en la práctica relaciones de producción diferentes a estas, que inicialmente no resultan antagónicas, por lo que coexisten sin mayores conflictos. Incluso, las nuevas relaciones productivas se desarrollan para sus gestores en la medida en que son más dinámicas que las dominantes en lo económico y en lo social. González, (2016).

En diversos lugares del mundo capitalista han surgido, y subsisten, formas de relaciones de producción no capitalistas, desarrolladas por personas excluidas de las relaciones dominantes y que de alguna forma han logrado estructurar, en diversas escalas, organizaciones productivas basadas en la propiedad colectiva o igualitaria de los medios de producción. Tales experiencias, algunas de las cuales ya tienen varios años de permanencia, han dado a sus participantes una mejor calidad de vida, comparando con los estándares actuales, además de formas de intercambio solidario dentro de las organizaciones.

Las relaciones de producción solidaria, comunitaria y participativa, son las formas de organización que se establecen entre los que intervienen en el proceso de producción, que implica la total igualdad en lo referente a la propiedad de los medios de producción; congruente con ello, la forma de distribución de los beneficios de la actividad productiva del grupo. Estas relaciones se identifican por establecer absoluta exclusión de formas diferenciadas de propiedad sobre los medios de producción, por ser todos los participantes dueños colectivos en igualdad de derechos sobre la propiedad y la explotación de los medios productivos. Una instancia superior de este tipo de organización productiva es la propiedad comunitaria sobre los medios de producción gestionada por la comunidad, que da lugar a una distribución igualmente comunitaria de los beneficios de la producción.

Resulta importante observar que los resultados de algunas de estas experiencias autogestionarias, sin haberse constituido en base a una propuesta de programa de desarrollo por parte de instituciones o gobiernos, han tenido resultados superiores, en cuanto a la elevación del nivel de vida de los involucrados, a muchos de los planes de «ayuda al desarrollo» planteados por los países ricos hacia los subdesarrollados. Tales derivaciones nos hacen considerar que el potencial dinamizador para el desarrollo de las relaciones de producción de participación igualitaria, comunitaria o cooperativa, constituye un factor muy importante en la búsqueda de mecanismos para lograr una elevación sostenible del nivel de vida de la población de un territorio.

La ideología dominante en las sociedades capitalistas a través de la producción académica, los medios de comunicación y los aparatos ideológicos de la sociedad, tratan de ignorar e imponen una zona de silencio sobre los resultados de las organizaciones de propiedad participativa igualitarias o comunitarias; como estas organizaciones no responden a las formas de organización de la propiedad privada de los medios de producción, ideológicamente no son los ejemplos deseables para el desarrollo en el contexto vigente.

En el mundo occidental capitalista, los planteamientos sobre cómo alcanzar el desarrollo local o el desarrollo en general, se han formulado en el contexto de las teorizaciones y enfoques más amplios de la economía; no siendo ajenos a las posturas teóricas e ideológicas, tanto de sus proponentes como de los contextos académicos o institucionales en los que se realizan.

Según los vínculos conceptuales e ideológicos con las teorías generales, hay aspectos que se priorizan y otros que se dejan de lado, de ahí que una breve revisión de las formulaciones sobre el desarrollo permite visualizar tales vínculos.

A mediados del siglo XX toman relevancia las propuestas que enfatizan en la localización de las actividades productivas y el consumo, inmersas en el ámbito de la geografía urbana y la economía regional, prestando particular atención a aspectos como las aglomeraciones productivas, la localización de las fuentes de insumos, los mercados de consumidores y las estructuras que definen en lo social y económico a las ciudades como contexto que favorece el desarrollo empresarial. En este enfoque se desarrollaron análisis que abordan las localidades como elementos componentes de un sistema económico-geográfico interrelacionado.

Contemporáneo a las mencionadas, surge la teoría de la «base económica», con énfasis en las relaciones entre un área geográfica y su producción de bienes y servicios para la «demanda externa». La «base económica», según este enfoque, la constituyen las industrias que exportan. Siendo «no básicas» las que producen para el consumo interno. En este enfoque el desarrollo estará supeditado, en buena medida, a la demanda externa de la producción local. Estos planteamientos van a asociarse al desarrollo de técnicas como la matriz insumo-producto, las matrices sociales contables y los modelos econométricos combinados con los modelos computables de equilibrio.

Relacionadas con la teoría de la «base económica», se formula la denominada teoría del «ciclo del producto» que considera, en el contexto de economías de mercado competitivo, las etapas de vida de un producto en esos mercados y presta especial atención a la competitividad de las ciudades. Atendiendo a las ventajas competitivas que poseen las ciudades o sectores de grandes ciudades (ciudades internas), la mano de obra barata se constituye en una importante «ventaja competitiva».

La concepción del desarrollo, entendido como crecimiento económico-capitalista, se traduce en planteamientos de competencia entre territorios por atraer la localización de las empresas, siendo factores que favorecen tal localización: existencia de facilidades de transporte de insumos y productos, costo de la tierra, disponibilidad de agua, energía, bajas tasas de impuestos. Paralelamente, se tiende a institucionalizar el desarrollo económico local, creando entidades públicas y organismos que atienden o intervienen en las ciudades y regiones con objetivos enfocados en promover el desarrollo económico local, siempre con la óptica de la propiedad privada sobre los medios de producción.

En similares enfoques se plantean énfasis en los costos de transporte, según la localización del origen de los insumos y de los mercados de consumo; asimismo, otros se centrarán en otros costos de producción como impuestos y obligaciones laborales, tomándolos como factores de decisión para los empresarios capitalistas, con la implicación de que menores costos laborales hacen más atractiva la localización en un territorio o ciudad.

Los «distritos industriales» son formulaciones que identifican las ventajas de la concentración territorial de servicios y encadenamientos productivos, que por la interacción de las empresas van a generar condiciones para la innovación y otras ventajas competitivas que favorecen el crecimiento de las empresas, generando aumento del empleo para la población. En años recientes se han añadido a estas teorizaciones enfoques que proponen incorporar en el análisis la cultura, valores y normas sociales de la población empleada para dinamizar el proceso de las empresas.

Los modelos de «causalidad circular» ponen énfasis en el efecto de retroalimentación y de sinergia que se origina por la acción de las empresas y del estado para corregir las distorsiones de los mercados, beneficiando el crecimiento empresarial por la generación de elementos externos positivos que apuntan a hacer más rentables las inversiones. Un importante supuesto de este enfoque es la relación entre mercado y concentración industrial, la mayor importancia que alcanza cada uno supone el crecimiento del otro y viceversa.

En relación con el territorio, se considera que el aprovechamiento de recursos y capacidades de una región es el determinante en el desarrollo productivo debiendo buscarse eslabonamientos tanto «hacia atrás» como «hacia adelante» como vía de crecimiento, generando demanda de insumos locales y ofertando nuevos productos que pueden constituir insumos de otros. Las políticas de sustitución de importaciones, en alguna medida se sustentan en este modelo de causalidad circular y las acciones de los estados que las han impulsado se enmarcan en brindar servicios de infraestructura y apoyo a las empresas para elevar su competitividad y hacerlas más rentables, bajo el supuesto de que con ello se favorece el crecimiento de la demanda de insumos locales y las expectativas de crecimiento de los proveedores.

Muchos de los modelos construidos para el análisis del comportamiento económico referido a la geografía, otorgan gran importancia a las características naturales del territorio y a las relaciones de distancias y costos de transporte, manteniendo ignoradas las dimensiones relativas a las relaciones de propiedad de los medios de producción y su correspondencia con la distribución de excedentes productivos, lo que en esencia constituye una postura ideológica. Asumen que las características de ocupación y uso del territorio que caracteriza al capitalismo, son las tendencias naturales de la sociedad y las que marcan los rumbos a seguir en las propuestas operativas para alcanzar el desarrollo.

Cabe señalar que estos enfoques y teorizaciones han aportado propuestas técnicas analíticas de utilidad para abordar aspectos importantes pero parciales del análisis económico regional/local; pero en su mayoría se han aplicado limitadas al sesgo ideológico que supone como condición sine qua non la propiedad privada de los medios de producción y la consideración del trabajo humano como un insumo más, cuyo costo se trata de minimizar. Por tanto, al estar circunscritas a aspectos parciales, si en algo aportan a las posibilidades de desarrollo lo hacen muy limitadamente, sin resolver la esencia de la creación de riqueza y la forma de apropiación de la misma; o sea, del trabajo humano acumulado.

Hacia finales del siglo XX se retoman los planteamientos de la geografía económica mediante formulaciones que tratan de adecuarse a las condiciones de la época de la globalización, que en esencia no es sino la etapa del capitalismo en la cual los capitales se desnacionalizan para actuar desde las ubicaciones y actividades que resulten más rentables, estructurando procesos que ya no responden a la producción identificada con un territorio, sino etapas que se localizan según la lógica de rentabilidad para la empresa transnacional que controla el proceso, formulándose como vía de desarrollo y conveniencia para los pueblos, lo que en esencia es interés de los propietarios de las grandes empresas.

Así se argumenta que la ubicación de la industria no depende en alto grado de los factores de localización ni de la distribución de los recursos, sino de los costos de transporte, las economías de escala, las dotaciones iniciales, el comportamiento de la población y la tecnología. Surgieron también las que tomaron en cuenta la importancia de aspectos tales como las distancias de las regiones a las costas, la que existe entre la región y la línea ecuatorial, la calidad de los suelos, la proximidad a los centros, el clima y los recursos naturales.

En ese contexto se formulan planteamientos para tratar de vincular a la población a procesos que tiendan a favorecer la rentabilidad de las empresas, mediante la construcción de ambientes sociales y al interior de las empresas, que eleven la productividad manteniendo bajos costos de mano de obra o haciendo algunas concesiones para incentivar a los trabajadores a dinamizar los procesos productivos para las empresas. Todo esto será llamado desarrollo, teniendo como unidad de medida el crecimiento empresarial privado.

De gran importancia en muchos de los planteamientos conceptuales es el supuesto de la «convergencia», que señala que en la línea de organización capitalista todos los países tenderían a converger en similares niveles de desarrollo y condiciones de vida. Por tanto, el camino a seguir debía ser el modelo de los países más ricos, pese a que la constatación empírica ha demostrado reiteradamente lo contrario, con frecuencia las propuestas para el desarrollo se continúan formulando con tal supuesto implícito.

En cuanto a planteamientos estratégicos operativos, antes de los años 70 el enfoque se entendía verticalmente; o sea, desde las esferas de poder político y económico el planificar y emprender acciones resultaría suficiente para lograr las metas del desarrollo. Los escasos logros alcanzados obligaron a reconsiderar formulaciones teniendo presente las singularidades de la región o localidad; será en esa línea que aparecerán las propuestas denominadas de «desarrollo local».

De la inicial equivalencia del crecimiento con el desarrollo, las insuficiencias de resultados que se lograban hicieron que se fueran incorporando variables adicionales a los modelos que se proponían, con el condicionamiento del enfoque fundamental de la propiedad privada de los medios de producción y las formulaciones para justificar tal enfoque invariable.

Las propuestas en torno al desarrollo local han sido adjetivadas como una práctica sin teoría, intentando asignar a tales intervenciones una ausencia de postura ideológica; no obstante, en la naturaleza de tales propuestas se evidencia el real sustrato de las mismas. Se proponen formulaciones que, entendiendo la actividad económica como exclusiva de los empresarios privados, sitúan las condiciones apropiadas para el desarrollo de atractivos; así los inversionistas localizan en una región o localidad sus empresas e incorporan diversos aspectos como determinantes del desarrollo. Algunos planteamientos de «programas para el desarrollo local» apuntan a atraer inversiones privadas, las cuales se asentarán y permanecerán en la medida que obtengan una rentabilidad mayor que en otras localizaciones, siendo afectadas por la fase de declinación del producto, que puede dar lugar a que los capitales invertidos migren a otros lugares y actividades, significando para la población la pérdida de las modestas fuentes de trabajo que generalmente significan estos «programas de desarrollo».

En su esencia, la determinación de la forma y los medios para lograr el desarrollo de la sociedad pasa por la definición de la forma de propiedad sobre los medios de producción, en especial sobre la tierra en las áreas rurales y sobre las empresas en todos los territorios. Es esa propiedad la que determina la forma de distribución de los beneficios de la actividad productiva; si la propiedad es privada, la riqueza se concentra en los propietarios del capital, si la propiedad es colectiva, los beneficios son distribuidos a la colectividad generando desarrollo real.

«Las cooperativas adquieren diversas funciones sociales que se contraponen al régimen capitalista, aunque no pueden sobrepasar los límites de esta formación económico-social» Jiménez B., Gómez H., J., Acuña V. y Acosta S., (2018). Efectivamente, el contexto capitalista de actuación de las cooperativas y organizaciones de la economía solidaria puede dar lugar a que estas tengan igual comportamiento que una empresa privada maximizadora de ganancias, ya que ese contexto está configurado para favorecer tales comportamientos desde la cultura y la ideología dominante, concretándose en la legislación cooperativa y de la «economía solidaria», que ha sido formulada por los gobiernos con enfoque mercantil y orientada a la apropiación privada de los beneficios productivos. De ahí que resulta de trascendente importancia que la acción de las organizaciones cooperativas y solidarias se enfrente desde una posición de los intereses colectivos de la clase trabajadora, que apunten a construir establemente relaciones de producción cooperativas de participación igualitaria y comunitaria, para que puedan constituirse realmente en alternativas al sistema capitalista y no como alternativas dentro del sistema en el que finalmente son absorbidas.

La llamada economía solidaria ha crecido consistentemente en todo el planeta, estimándose que actualmente involucra a más de 100 millones de trabajadores y vincula a 800 millones de personas. Los resultados han sido diversos, pero mayoritariamente han significado procesos de acumulación de capital en manos de la población local que, al reinvertirse en el lugar de residencia de los trabajadores, generan no solamente crecimiento económico, sino real desarrollo inclusivo a toda la población.

En la práctica social de las últimas cuatro décadas, en todo el planeta y en particular en América Latina, se han configurado formas de propiedad sobre los medios de producción que, siendo colectivas, hacen posible la distribución de la riqueza entre todos los miembros de una comunidad, posibilitando un real desarrollo; es decir, la satisfacción de las necesidades vitales para toda la población y no la concentración de riqueza en pocas manos Gaiger, (2007).

En Ecuador la experiencia más importante de desarrollo comunitario sostenible que se construye, beneficiando a la comunidad entera, es la de Salinas de Tomabela, parroquia rural del cantón Guaranda en la zona andina del centro del país. Este sitio, en un lapso de más de 40 años ha cambiado radicalmente las condiciones de vida de la población, desde la pobreza extrema hacia niveles de vida aceptables en los estándares contemporáneos. A modo de ejemplo se puede señalar que para el año 2010, la medición del índice de desarrollo humano según los parámetros del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en esa parroquia fue superior a la medición de todo el país en un 14 %.

El proceso de investigación permitió identificar de qué forma la estructura económico-social comunitaria construida en la parroquia, tanto en la cabecera, como en los 31 asentamientos distribuidos en el territorio condicionan la permanencia de la población y los niveles de vida alcanzados. En el caso Salinas de Tomabelas, se trata de un sistema económico basado en la propiedad comunitaria y cooperativa de las empresas transformadoras de la producción primaria de la región. La producción fundamental se obtiene en parcelas individuales o familiares, en las cuales la producción lechera tiene protagonismo. Los productores son a la vez socios de las empresas cooperativas procesadoras y estas se agrupan en organizaciones de segundo grado, constituidas como fundaciones sin fines de lucro. En estas, la propiedad corresponde a la comunidad, que se agrupa en una organización de tercer grado, integrada por las fundaciones y cooperativas, que gestionan la comercialización de la producción de toda la parroquia.

Este sistema basado en la propiedad cooperativa y comunitaria, pero que se combina con la pequeña propiedad familiar, abarca al 95 % de la población del territorio de la parroquia y ha posibilitado que los beneficios de la producción sirvan para atender las necesidades de todos los habitantes, elevando los niveles de vida, desde la pobreza extrema existente en los años 70 del siglo pasado hasta los niveles estándares contemporáneos; además, ha posibilitado integrar a la población superando los conflictos de origen étnico Martínez, (2002) y desarrollando una identificación de todos los habitantes con el proceso, que se define como «un esfuerzo por salir juntos de la pobreza».

Se han estructurado formas de acumulación de capital comunitario que hacen posible la permanente creación de nuevos emprendimientos que benefician a todos los participantes y aseguran niveles de ocupación que superan el 98 %. El sistema no concibe a las organizaciones cooperativas y comunitarias únicamente como empresas productivas, sino como organizaciones gestoras del desarrollo integral de toda la población, que atienden y apoyan iniciativas de atención de salud, educación, cuidado de ancianos y niños (González Villafuerte, (2016).

El proceso, iniciado en los años 70 se originó en una primera Cooperativa de Ahorro y Crédito que incursionó en actividades productivas que fueron ampliando e incorporando, directa e indirectamente, a toda la población de la parroquia y que fueron creciendo en complejidad hasta constituir en la actualidad un conjunto de más de 200 organizaciones en toda la parroquia que trabajan con diversos grupos poblacionales vinculados al desarrollo local y basados en la propiedad comunitaria de las empresas procesadoras Jiménez Bonilla, (2014), vinculadas a la producción individual de las parcelas. La producción de la comunidad gestionada por el «Grupo Salinas» (organización de tercer grado) es vendida, tanto local como nacionalmente, y exportada a diversos países del mundo, manteniendo un constante crecimiento que se refleja en la atención a las necesidades de la comunidad, mientras se pagan precios justos a los productores primarios.

El proceso incluyó, en los primeros años, la venta a los campesinos de las tierras que fueron de la diócesis de Guaranda de la iglesia católica, por medio de créditos que fueron concedidos por el Fondo Populorum Progressio Chiriboga, (2014). Ese fondo también financió la compra de las tierras de la familia Córdovez, quienes fueron los mayores terratenientes de la región desde el inicio de la República. Ese proceso conllevó a que la gran mayoría de los habitantes de la región se convirtieran en propietarios de pequeñas parcelas de tierra, para las cuales la Cooperativa de Ahorro y Crédito financió a los habitantes de la parroquia la adquisición de ganado lechero, que produce la materia prima con la que se procesan quesos en las plantas de propiedad cooperativa y comunitaria. Además de la producción de leche en envases de larga duración, de hongos y alimentos desecados, poseen empresas productoras de confiterías, procesados cárnicos y embutidos, mermeladas, hilandería, artesanías de lana, chocolates y aceites esenciales, entre otros productos; al mismo tiempo, gestionan desde la comunidad el importante sector turístico Gruppo Salinas, (2014).

Con el paso del tiempo, la inclusión de toda la población en las actividades productivas y de desarrollo social, demandó la formación de más organizaciones y la especialización de áreas de actividad de cada una de ellas, todas vinculadas a los objetivos centrales de salir de la pobreza y mantener la propiedad comunitaria de las empresas. Todo eso se traduce en la permanente participación comunitaria en la toma de decisiones productivas y empresariales, reflejándose en la importante experiencia de participación de toda la población en la gestión de la economía comunitaria.

El contexto económico-social-comunitario construido ha significado la permanencia y estabilidad de las familias salineras. Estas han transitado, de una situación precaria de no posesión de tierras para el cultivo y de ser fuerza de trabajo asalariada en condiciones de explotación (sujeta a frecuente desocupación y gran movilidad hacia las grandes ciudades en búsqueda de trabajo), a ser dueños de parcelas, productores permanentes de leche y productos agrícolas, que reciben pagos justos que les permiten condiciones de vida digna, de atención a las necesidades familiares, además de recibir servicios comunitarios de las organizaciones.

La existencia del sistema económico comunitario significó el establecimiento permanente de 25 nuevos asentamientos (anteriormente existían solo seis localidades) con la población que antes vivía dispersa en el campo o migraba temporalmente según las épocas de disponibilidad de trabajo (muchas veces migraba en forma definitiva); de un territorio que expulsaba a la población, pasó a convertirse en lugar de asentamiento estable. Vaudagna, (2012)

En el caso de estudio, al igual que en muchas otras experiencias, se ha logrado disminuir y revertir el proceso de emigración de la fuerza de trabajo desde el campo a la ciudad, haciendo posible que la población se asiente establemente y alcance en su territorio condiciones de vida aceptables, que con un esfuerzo colectivo que tiende a elevarse con el tiempo.

La elevación del nivel de vida por propios esfuerzos ha sido gracias a la sostenibilidad del sistema económico establecido, el que no ha contado con el apoyo de los organismos gubernamentales; solo en los últimos años, ante la presencia cada vez más importante de la economía salinera, han empezado a intervenir en la atención a la educación y la salud, así como en apoyo al desarrollo productivo de la región.

La construcción de un sistema económico-social comunitario hace posible no solo la mejora de los ingresos de la población, sino la atención a necesidades de salud, educación, servicios comunitarios y de infraestructura, lo que junto con la propiedad familiar de las parcelas constituyen otros factores que consolidan la estabilidad y la permanencia en el territorio, al no necesitar «la gran ciudad» para obtener esos servicios, al menos en los niveles primarios básicos. Estas condiciones de vida, que se generan comunitariamente, constituyen el verdadero desarrollo local. Como señala Cabra de Luna:

   «El tema central es la forma de distribuir los beneficios de la actividad, que no se miden solo por la rentabilidad financiera y la generación de utilidades para sus miembros y para el entorno, sino también por el valor social que añaden». Cabra de L., (2012)

La sinergia del proceso lleva también a una elevación de los niveles de gestión profesional por parte de la misma población que, aunque tienen que migrar temporalmente por los estudios universitarios, retornan a la localidad a trabajar permanentemente. Esto consolida la eficacia de la actividad económica comunitaria contribuyendo a la sostenibilidad futura; en la medida en que se mantienen los principios comunitarios inclusivos, toda la población se identifica con el proceso y aporta a su fortalecimiento.

Los procesos de construcción de la economía solidaria Polo, A.; Tonello, J. y Hinojosa, L., (2009) marcan diferencias con los tradicionales planes de desarrollo en cuanto a los beneficiarios de los mismos. En las teorías y planes de desarrollo construidos desde la segunda mitad del siglo pasado, el supuesto básico radicaba en la consolidación de la gran propiedad privada de las empresas y la tierra, teniendo como resultado la concentración de los beneficios en pocas manos; por su parte, la propiedad comunitaria permite una distribución equitativa de los beneficios entre todos los participantes y con ello genera un nivel de vida superior para todos los trabajadores.

La economía solidaria marca también diferencias en la localización de las inversiones. La gran empresa privada se radica o traslada y abandona un lugar según la tasa de ganancia que pueda obtener en cada territorio, en tanto que las inversiones de las organizaciones comunitarias siempre se hacen en la misma localidad y generan, permanentemente, una dinamización productiva que involucra a todos los habitantes locales.

Por las condiciones financieras y de recursos en las que se desarrollan los emprendimientos de la economía solidaria, sus esfuerzos siempre van orientados al mayor aprovechamiento de los recursos locales, tanto de productos de la región como de las destrezas productivas de la población; eso contribuye a hacer estable y permanente las actividades productivas al vincularse estrechamente con la población y los recursos locales, además de constituir, desde la óptica de comercialización, ventajas competitivas de la localidad.

Experiencias como las de Salinas de Tomabelas han significado un importante proceso de empoderamiento de la comunidad sobre la gestión del proceso económico y de la adquisición de experiencias, lo que permite que la mayoría de la población entienda y se involucre en la toma de decisiones productivas y comerciales. Igualmente, tiene fundamental importancia en la sostenibilidad del proceso, la construcción de una cultura comunitaria basada en la propiedad colectiva sobre los medios de producción Donéstevez G., (2017); cultura que hace posible la convergencia del interés individual con el colectivo, en la visión de que el desarrollo que logra la comunidad a través de sus organizaciones beneficia personalmente a todos y contribuye de manera esencial al crecimiento de la productividad al lograr identidad entre el productor individual y el productor comunitario (colectivo) en los procesos de trabajo.

La experiencia estudiada también muestra que las decisiones de inversión y gestión de obras se realiza mediante procesos participativos y con racionalidad, basados en los intereses comunitarios; además, implica la participación vigilante de la comunidad en el cumplimiento de los proyectos y sus presupuestos y garantizan la prevalencia de esos intereses colectivos por encima de intereses particulares que los actores políticos puedan tener o representar.

Las principales limitaciones que tienen los emprendimientos de las organizaciones de producción y desarrollo comunitario, se dan en los ámbitos financieros, tecnológico y comercial, ya que, por tratarse de organizaciones formadas por trabajadores, sus recursos de capital son muy limitados y el sistema financiero privado no considera según sus parámetros de crédito rentables y seguras a las empresas comunitarias. Esa situación ha llevado a la organización y consolidación de las Cooperativas de Ahorro y Crédito locales, las cuales se orientan a financiar los emprendimientos productivos del territorio y población del lugar. Bueno, (2013)

En el caso de estudio, la cooperativa de ahorro y crédito de Salinas aunque su escala de operación es menor a las de muchas instituciones bancarias nacionales, tiene indicadores de crecimiento superiores y tasas de morosidad menores que otras entidades. Debe agregarse que los objetivos de esa cooperativa, a diferencia de la banca privada, no están en maximizar las utilidades de la relación con sus clientes, sino en el aporte al desarrollo productivo local.

En cuanto a la tecnología a la que acceden los emprendimientos comunitarios de Salinas, por sus limitados recursos de capital, no suele ser la más desarrollada. Esa diferencia relativa es compensada con una participación activa de los trabajadores que, al ser dueños colectivos de las empresas, elevan la productividad y desarrollan aportes tecnológicos para optimizar la maquinaria de que disponen. Debe destacarse que, como estas empresas son objetivo de desarrollo de la comunidad, no acuden a tecnología que desplaza puestos de trabajo, sino que son intensivas en mano de obra.

En el ámbito de comercial suelen aparecer algunos problemas iniciales en los emprendimientos comunitarios, por inexperiencia de sus asociados; estos, en el caso de Salinas han sido superados con el apoyo y asesoramiento de profesionales voluntarios o contratados, que han orientado la gestión en ese ámbito. A lo largo de todo el proceso de desarrollo de la experiencia a escala local, la intervención ha permitido alcanzar prácticas eficientes en la gestión de comercialización de sus productos, teniendo en la actualidad organismos especializados en todos los niveles de la comunidad, nación y en el exterior del país.

La economía solidaria, en sus diversas formas organizativas en la parroquia de Salinas, expresa relaciones de producción alternativas al capitalismo y es una forma particular de desarrollo comunitario sostenible. Presenta una peculiaridad: no está subordinada al modo de producción dominante y no recibe mayor atención en los medios de difusión, el que lo presenta como caso aislado y poco trascendente. Sin embargo, la experiencia permanece a través del tiempo, se consolida y amplía como modo de vida y de existencia particular de la población trabajadora en dichas comunidades. En los lugares donde ha logrado mayores niveles de organización, ha generado desarrollo real y sostenibilidad para todos, abriendo caminos fuera del contexto de la explotación capitalista.

 

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